Nuestro organismo y el de todos los seres vivos, funcionan mediante
corrientes eléctricas y magnéticas muy débiles. Este es uno de los motivos
principales de que campos electromagnéticos artificiales provoquen trastornos
en su funcionamiento.
Preguntas más frecuentes (y respuestas), por el especialista
español Raúl de la Rosa
¿Cuáles son los focos más frecuentes de contaminación electromagnética
de extremadamente bajas frecuencias?
Los campos electromagnéticos (CEM) de baja frecuencia (50 Hz) se generan
alrededor de las líneas eléctricas de alta, media y baja tensión y en general
de los cables de cualquier instalación eléctrica.
También los generan cualquier equipo eléctrico que esté en funcionamiento:
motores industriales o electrodomésticos como secadores de pelo,
batidoras... (suelen provocar campos muy elevados, que por su cercanía al
operador o usuario pueden provocar altos riesgos si la exposición es
prolongada), equipos electrónicos (ordenadores, equipos de música, televisores...), transformadores (hay que tener en cuenta que muchos aparatos o
electrodomésticos los llevan incorporados).
¿Cuáles son los focos más frecuentes de contaminación electromagnética
de radiofrecuencia?
Las radiofrecuencias (RF) son emitidas principalmente por antenas de telefonía,
radio y televisión. Según el tipo de antena la radiación se dirige hacia una
zona determinada (unidireccionales) o más ampliamente (omnidireccionales). No
hay que olvidar otros focos de radiofrecuencias, caso de los hornos microondas
o los radares.
¿Por qué nos afectan los campos electromagnéticos?
Nuestro organismo y el de todos los seres vivos, funcionan mediante
corrientes eléctricas y magnéticas muy débiles. Este es uno de los motivos
principales de que campos electromagnéticos artificiales provoquen trastornos
en su funcionamiento, que se traducen en síntomas como alergias, cansancio
crónico, insomnio, migrañas, cambios de comportamiento, ansiedad, falta de
concentración, entre otros muchos, e incluso graves enfermedades, caso de
cierto tipo de cánceres en adultos, leucemias en niños, abortos, problemas
cardiacos..., tal como indican muchas investigaciones científicas.
¿Cuáles son las investigaciones
más relevantes?
Existen en la actualidad miles de trabajos sobre campos
electromagnéticos y salud. Es obvio que si no hubiera resultados que indicara
la existencia de riesgos en las conclusiones de estos trabajos no se hubiera
investigado tanto en esta línea.
En el año 1992, el Instituto Karolinska de Estocolmo presentó los
resultados de su trabajo sobre el efecto de los campos electromagnéticos en las
personas. El ámbito temporal que abarcó la investigación epidemiológica fue de
25 años, sobre una población de cerca de 500.000 personas que vivían cerca de
líneas de alta tensión.
Los resultados fueron concluyentes: a partir de las 0.2 microTeslas
(200 nanoTeslas), aumentaron considerablemente los riesgos de las personas
expuestas. La conclusión fue que a menor distancia con respecto a la línea
eléctrica, mayor era el riesgo.
¿Cuándo existe riesgo?
Siempre que hay una exposición a radiaciones de líneas eléctricas, estaciones
transformadoras, aparatos eléctricos, antenas de telefonía, radio,
televisión... existe un riesgo que dependerá de las dosis recibidas y de la
capacidad de respuesta del organismo. Los niños son, evidentemente, mucho más
sensibles a los nocivos efectos de estas exposiciones, sobre todo cuando son
prolongadas. La contaminación electromagnética se considera más peligrosa por
la noche, cuando el cuerpo está en reposo y es más vulnerable ya que se
segregan una serie de sustancias vitales, como la melatonina, para el correcto
funcionamiento del organismo que se ven alteradas si estamos sometidos a estas
radiaciones. También aumenta el riesgo cuando nos encontramos sometidos a
situaciones de estrés, cansancio, enfermedad.
¿A partir de qué dosis existe riesgo?
Es difícil establecer un límite seguro, ya que se ha ido comprobando que los
valores considerados seguros han sido, una y otra vez, superados por la realidad
y se han tenido que ir rebajando las dosis aceptables. Por tanto, tal como dije
al juez en uno de los casos en que he estado como perito, la única dosis segura
es la 0, es decir no estar expuesto a radiaciones artificiales. A partir de ahí
considero que hay muchos condicionamientos que hacen que unas dosis puedan
considerarse peligrosas o no. La edad, el estado de salud, la hora en que se
recibe, el tiempo de exposición... Sin embargo existe bastante unanimidad en el
mundo científico independiente de que a partir de los 2 mili Gauss (200 nano
Teslas – 0.2 microteslas), nos enfrentamos con un aumento del riesgo con
respecto a las personas no irradiadas. Aunque debemos tener en cuenta que hay
personas mucho más sensibles y que en valores inferiores pueden mostrar
síntomas y trastornos en su salud.
¿Cómo podemos valorar los riesgos a los que estamos sometidos si no disponemos
de instrumentos de medición?
Cuando no disponemos de aparatos de medición, lo cual es lo más frecuente, hay
otra formas de valorar si nuestro hogar está contaminado. Si vivimos encima o cerca de un transformador de la compañía eléctrica, probablemente las dosis que
recibirá nuestra vivienda serán más elevados que los que el principio de
precaución aconseja, al igual que si estamos cerca de una línea eléctrica de
alta tensión. De la misma forma debemos alejarnos de aparatos eléctricos que se
encuentren enchufados, en muchos casos hasta un metro de distancia como mínimo
(radiorreloj, televisor...). Los aparatos que funcionan a pilas no emiten
ninguna radiación.
Las antenas de telefonía, radio y televisión irradian radiofrecuencias de más o
menos intensidad dependiendo del tipo de antena, frecuencia, potencia, altura
con respecto a nuestra vivienda, obstáculos y distancia; la distancia es la
mejor solución a la radiación. Cuanta mayor sea la distancia de una fuente
emisora menor será la radiación que recibamos, aunque en el caso de las antenas
debemos de tener en cuenta los otros condicionantes citados.
¿En España se han realizado investigaciones sobre los efectos de las
radiaciones?
Entre otros, José Luis Bardasano, director del "Instituto de
Bioelectromagnetismo Alonso de Santacruz" de la Universidad de Alcalá de
Henares, ha realizado distintos trabajos sobre los efectos de los campos electromagnéticos
y ha comprobado que el funcionamiento de la glándula pineal se altera por
efecto de los campos electromagnéticos artificiales. Esta glándula segrega la
hormona melatonina, parte fundamental del sistema inmunológico y que regula el
crecimiento celular.
Yo mismo he realizado algunos trabajos en laboratorio, junto con el profesor
Nuñez, en la Universidad de Biológicas de Valencia, en los cuales comprobamos
la respuesta de estrés en los organismos expuestos a campos electromagnéticos
similares a los que reciben muchas personas diariamente. Asimismo, comprobamos
una menor respuesta inmunológica. La exposición a campos electromagnéticos
favorece la aparición de procesos infecciosos y alergias y favorece el
crecimiento anómalo de las células.