Desde un punto de vista
biofísico, el hombre puede compararse con una batería que, para funcionar de
forma correcta, debe cargarse continuamente de energía.
Como cualquier elemento que se
mueve en un campo electromagnético, nuestro cuerpo también recibe corrientes
inducidas, a causa del movimiento de cargas eléctricas internas que provocan
bienestar o malestar, según el caso.
Nuestro organismo es, por tanto,
sensible a una exposición anómala de radiación, ya sea por exceso o por
defecto.
Todas las estructuras metálicas
modifican y, con frecuencia, amplifican las ondas electromagnéticas. Asimismo,
un colchón de muelles o un somier metálico pueden cargar el cuerpo de tensión.
Si comprobamos que nos levantamos
para sentarnos en otro sitio; si nos cuesta ir a acostarnos y no descansamos
bien, dando vueltas y más vueltas; si sufrimos calambres o se nos duermen los
brazos y las piernas, es posible que nuestras sillas o nuestra cama estén
situadas sobre un nudo Harttman. Para eliminar este problema, basta con
moverlas de la zona en cuestión o utilizar alguno de los dispositivos que elimine los efectos de la radiación electromagnética.
No hay comentarios:
Publicar un comentario