18 de diciembre de 2011

Encontrar “nuestro” sitio


Desde un punto de vista biofísico, el hombre puede compararse con una batería que, para funcionar de forma correcta, debe cargarse continuamente de energía.

Como cualquier elemento que se mueve en un campo electromagnético, nuestro cuerpo también recibe corrientes inducidas, a causa del movimiento de cargas eléctricas internas que provocan bienestar o malestar, según el caso.

Nuestro organismo es, por tanto, sensible a una exposición anómala de radiación, ya sea por exceso o por defecto.

Todas las estructuras metálicas modifican y, con frecuencia, amplifican las ondas electromagnéticas. Asimismo, un colchón de muelles o un somier metálico pueden cargar el cuerpo de tensión.

Si comprobamos que nos levantamos para sentarnos en otro sitio; si nos cuesta ir a acostarnos y no descansamos bien, dando vueltas y más vueltas; si sufrimos calambres o se nos duermen los brazos y las piernas, es posible que nuestras sillas o nuestra cama estén situadas sobre un nudo Harttman. Para eliminar este problema, basta con moverlas de la zona en cuestión o utilizar alguno de los dispositivos que elimine los efectos de la radiación electromagnética. 


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